Niñas y niños indígenas de Iquique y Alto Hospicio cultivan saberes ancestrales en Festival STEAM

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Antes del telescopio, ya se leía el cielo. Antes del laboratorio, ya se entendía la tierra. Mucho antes de que se alzaran grandes torres de concreto, ya se construía, se tejía y se caminaba por los cerros con la sabiduría de siempre. Hoy, esa herencia sigue viva en aulas que huelen a compost, suenan a música andina, están llenas de colores tejidos y miran las estrellas con ojos de antaño.

Bajo el sol cálido del norte, algo fuerte está creciendo: la curiosidad, el saber y la identidad se entrelazan en un Festival STEAM, una experiencia educativa que está potenciando a niñas y niños indígenas de Iquique y Alto Hospicio. Esta iniciativa forma parte del proyecto “Mujeres y niñeces indígenas, transformando entornos”, impulsado por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Arturo Prat (UNAP) junto con el Programa Originarias de ONU Mujeres. Como explica Verónica Apablaza, académica y directora del programa “Esta a propuesta busca reencontrar a los pueblos originarios con el conocimiento científico, tecnológico, artístico y matemático y el saber ancestral, desde una mirada que respeta y honra lo que siempre han sabido. Así este festival no solo rescata y enseña, también dignifica, cuida y vincula a las niñeces. Recuperar el orgullo por los saberes indígenas, valida la ciencia desde sus raíces, las nuevas generaciones tienen un poder enorme para transformar el hábitat”. “Para el Programa Originarias de ONU Mujeres, promover habilidades STEAM en niñas y niños indígenas es clave para promover la igualdad, la justicia y la transformación en los territorios, Cuando las infancias participan de manera activa y conectan con la ciencia, la tecnología, el arte y los saberes ancestrales desde sus propias identidades, no solo potenciamos su desarrollo personal y académico, sino que también fortalecemos liderazgos comunitarios que podrán enfrentar los desafíos del futuro desde una perspectiva intercultural y sostenible”, sostuvo Rebeca Sanhueza, Gerenta del Programa Originarias de ONU Mujeres.

APRENDER DESDE LA TIERRA

Uno de los cuatro talleres que se imparten en el marco del festival es el Medio Ambiente y Agroecología, guiado por el profesor Álvaro Carevic. Aquí niñas y niños de quinto y sexto básico de la Escuela España de Iquique y del Colegio Metodista Robert Johnson de Alto Hospicio han encontrado un verdadero laboratorio al aire libre, donde se analiza las causas estructurales de la crisis climática desde sus raíces. De esta manera, los talleres versan sobre conciencia y preservación de los recursos naturales en relación a la crisis climática del planeta Tierra. La idea es que los jóvenes comprendan y entiendan el rol que juega la conservación del suelo y el agua como pilares de vida, y cómo su deterioro afecta directamente a la seguridad alimentaria y el equilibrio del planeta. Asimismo, las y los estudiantes exploran el rol fundamental de la energía solar en el crecimiento de los vegetales y reflexionan sobre cómo la contaminación atmosférica compromete los ciclos naturales que sostienen la vida.

TALLERES CON IDENTIDAD

El Festival STEAM no se detiene en la tierra. También se eleva al cielo con el Taller de Astronomía Educativa, cuyo mentor es el profesor Ando Escudero, quien invita a mirar el cielo como una forma de aprender matemáticas y física. En Alto Hospicio, el arte se vive a través de la música andina con el profesor Daniel Moscoso, mientras que, en Iquique, la textilería tradicional toma vida en las manos de la tejedora aymara Catalina Castro. En la Escuela España, además, niñas y niños participan en un taller de robótica que une tecnología, creatividad y trabajo en equipo. Actualmente participan más de 236 niñas y niños de este festival. Cada taller se realiza una vez al mes, con la guía de sus mentores y el apoyo de tutores y tutoras de la UNAP, creando así un ambiente de aprendizaje intergeneracional que enriquece a todos los involucrados. “Estas actividades, que seguirán hasta noviembre, están demostrando que la ciencia, la ingeniería, y el arte no son ajenos a los pueblos originarios. Al contrario, siempre han estado presente, en la observación de los astros, en las terrazas de cultivo, en cómo se lee el clima, en los tejidos, la música y las cosechas. Solo hacía falta mirarla con respeto y dejar que vuelva a florecer”, concluyó la directora del proyecto.