La candidatura de Jeannette Jara —militante del Partido Comunista de Chile (PC) y abanderada del bloque oficialista para las elecciones presidenciales de Chile en noviembre de 2025— no está en una posición cómoda y enfrenta desafíos significativos de cara a repuntar.
Si bien, Jara ganó ampliamente las primarias del bloque oficialista con más del 60 % de los votos y esto le dio “legitimidad” como la carta del sector de izquierda/centro-izquierda.Llos sondeos muestran que aunque es competitiva, aún está por debajo del respaldo que alcanzaría para ganar sin sobresaltos. Por ejemplo, se menciona que su respaldo ronda ~28-29 % frente a la meta de ~38 % que obtuvieron las fuerzas de izquierda en otro referéndum.Además, hay señales de “voto anticomunista” y resistencia hacia la etiqueta PC que pueden limitar su expansión hacia centros moderados o electores independientes.
Lamentablemente, la participación en las primarias fue relativamente baja, lo que genera dudas sobre la movilización y el entusiasmo que tendrá el bloque en la primera vuelta.
Factores que podrían obstaculizar un “repunte”
Su campaña deberá ampliar mucho más allá del núcleo de la izquierda para poder aspirar a la presidencia, lo que implica conquistar electores que quizá no se identifiquen con la oposición o con la ideología comunista.
El desafío de conectar con temas que importan mucho al electorado moderado o de centro: seguridad, inmigración, economía, crime, etc., donde la derecha suele estar mejor posicionada.
La necesidad de evitar que su militancia comunista sea un lastre ante reticencias de electores que se inclinan hacia centros o derecha moderada.
La presencia de más de un candidato de oposición fuerte, lo que fragmenta el voto y puede beneficiar a la derecha o a la candidata de derecha.
El contexto socio-económico y de desgaste del gobierno “oficialista” previo pudiera restar impulso al bloque que ella representa.
Matices
Ganar las primarias deja a Jara con el aparato partidario, visibilidad y legitimidad como candidata del bloque gobernante, lo cual es una ventaja. Pero aún moderando su discurso, no ha logrado conectar con electorados más amplios e incorporar temas más allá del “core” ideológico, podría mejorar su posición.
En un escenario de segunda vuelta su rol podría cambiar significativamente dependiendo de con quién compita y cómo se movilice el electorado.
El hecho de que haya sido ministra y tenga experiencia de gestión le entrega credenciales que podrían jugar a su favor, sin embargo el pobre legado que deja el gobierno es más un lastre que un apoyo a su candidatura.



